La CEEL y su precariedad intelectual

La CEEL suele ser siempre una enorme caja de sorpresas. Sorpresas no a lo que hacen los sucesivos consejos de administración, ya conocido por la mayoría dela sociedad de Eldorado y aceptado muchas veces con un silencio cómplice, sino porque siempre se las ingenian para hacer las cosas peor.
Uno piensa, ingenuo, “Ya está, peor no pueden ser”, y ahí están los Otazú, los Kobler, etc., para demostrarnos nuestra equivocación.
El último destello de bestialidad es intentar transformar el Museo Cooperativo en un café-bar.
Julio Cortázar supo decir que “La cultura es el ejercicio profundo de la identidad”, y por eso el Museo Cooperativo es un hecho cultural por sí mismo. Es un lugar pensado, diseñado y ejecutado para preservar y transmitir la historia de Eldorado. Y no existe identidad si se desconoce la historia.
Pero los consejeros de la CEEL son inmunes a esa definición de cultura.
O, tal vez, su identidad sólo se resume en acumular riquezas (en muchos casos personales) y por eso cavilan que la historia no es importante, que la transmisión de las crónicas y las memorias e quienes nos precedieron en la ciudad no son relevantes, y que lo único que sirve es la “ecuación económica”.
Es previsible que sea así: consejeros totalmente ajenos al pensamiento abstracto, individuos intrascendentes (como yo y la mayoría de nosotros) pero que, por un desvarío de la inteligencia, se creen fundacionales: “Yo cambié la historia”, piensan con una autoestima tan grande como su inoperancia.
Personajes más concentrados en sacar ventajas de la CEEL, en utilizarla como bolsa de trabajo para sus militantes que les ayudan a ganar elecciones, no sólo en la cooperativa sino también en las elecciones municipales.
Individuos para quienes la evolución humana, y por ende de nuestra ciudad, sólo se resume en anécdotas sueltas, en hechos aislados y fortuitos, y que por ello no merece ningún esfuerzo intentar comprender los motivos por los cuáles Eldorado se desarrolló como se desarrolló, y las consecuencias de ese tipo de desarrollo y evolución. “¿Para qué?”, parecen pensar, “Si la historia comienza conmigo”.
¿Nos puede sorprender que dirigentes así intenten borrar la historia y ningunear la cultura?
Juan Carlos Magliano
Realmente lamentable.
Dicen que no va a ser en el Museo el bar, sino al lado, donde funcionó antiguamente la administración