El inicio del Museo de Motos y Biciclos de Eldorado

Gran parte de las acciones que realiza un ser humano a lo largo de su vida sólo pueden ser entendidas desde la pasión de esa persona por la tarea que realiza.

Lo que a simple vista puede resultar incomprensible para el resto de las personas, es por la falta de pasión para dedicar tiempo, esfuerzo y dinero a la misma.

Omar Ocampos lleva adelante el Museo de Motos y Biciclos de Eldorado.

En ésta nota cuenta los motivos que lo decidieron dedicarse a ese emprendimiento.

El comienzo del museo, la bicicleta que nunca pude tener.

Provengo de una familia muy humilde y somos 10 hermanos. En esos tiempos era casi imposible el poder acceder a una bicicleta, recuerdo que jugábamos corriendo e impulsando con una madera, una cubierta vacía, soñando que era una bicicleta.
Teníamos un vecino de apellido Giménez, el cual era Pastor de una Iglesia y tenía una bicicleta rodado 28, inglesa, la cual utilizaba para trasladarse a diario. Este señor también tenía una Familia numerosa, sus hijos utilizaban la bicicleta los fines de semana y todos aprendimos a andar en bicicleta ingresando las piernas a la mitad de cuadro, ya que la bicicleta era muy alta y era imposible para nosotros montarla por arriba.
El sentimiento y la sensación de volar que sentía era prácticamente inexplicable.
Tenía otro vecino de apellido Schmitd, de mi misma edad con quien éramos amigos en aquellos tiempos. Él sabia que yo anhelaba y soñaba con tener una bicicleta, por ese motivo cuando los fines de semana le tocaba ir a la casa de sus abuelos, me dejaba su bicicleta para que pueda utilizarla y recuerdo que me sentía el niño más feliz del mundo.
En mi casa teníamos una bicicleta que era de Jorge, mi hermano mayor. Recuerdo que era de la marca Muzeta, estilo chopera con una característica muy particular, era rodado 20, parte de su cuadro era de una estructura cuadrada de color naranja, tenía un asiento banana con respaldo, un manubrio alto con estilo americano, pero en ese momento no tenía cubiertas, cámaras y mucho menos frenos.
Yo tenía 11 años y trate de juntar dinero para comprar sus partes, le lleve al bicicletero de apellido Ramos, muy conocido en la zona, para que pueda refaccionarme la bicicleta.
Los trabajos que realicé entre tantos fueron los cortes de pasto a los vecinos del barrio, hice de niñero cuidándole a mi sobrina Silvana y trabajé en un almacén de Don Oto Maidana, junté botellas de vidrio y las vendía ya que era algo muy común en la época.
Fue pasando el tiempo y lo único que pude comprar fue una cubierta rodado 20 y los 2 patines de frenos.
Pasaron los años, me tocó ir a Buenos Aires antes de cumplir los 15 años para poder trabajar, estudiar y conquistar mis metas, pero jamás perdí las ganas de tener esa bicicleta.
5 años después estando en Buenos Aires me compré mi primera bicicleta, era una todo terreno de marca Ralich, la cual la conservo hasta el día de hoy.
Por aquellos años, recuerdo que el hipermercado Carrefour lanzó una promoción que decía “trae tu bicicleta usada y por una pequeña diferencia de dinero te damos una nueva”. En ese entonces estaban promocionando una marca nueva de bicicletas, la noticia circuló muy rápido en la ciudad, se veía como la gente, encantada por esta extraordinaria promoción, se dirigía a dicho supermercado.
En mi trabajo tenía un día libre, eran los miércoles. Me levanté muy temprano y me dirigí al supermercado para saber de qué se trataba la promoción, cuando llego no lo podía creer, era una montaña de bicicletas apiladas y entre ellas, bien arriba, mi soñada bicicleta Muzeta.

Cuando llego me atendió el encargado del lugar, hable con él, y no supo darme una respuesta a mi pedido, entonces pedí para poder hablar con el gerente, el cual se hizo presente para poder escuchar mi pedido a lo que yo le digo: señor, tengo esta bicicleta todo terreno rodado 26 impecable de marca Ralich americana y sin detalle alguno, quisiera cambiar mi bicicleta por la que se encuentra por encima de la montaña, hasta el día de hoy a pesar que han pasado muchos años, nunca vi a una persona que pase de una sonrisa inmensa a una cara de sorpresa, duda o asombro, con la sensación y ganas de salir corriendo, demás esta decirles que la respuesta fue negativa, aquel gerente pensó que yo estaba loco, ya que el desconocía mis sueños y necesidades. Tras recibir tan penosa respuesta, caminé 10 cuadras sin montar mi bicicleta como buscando una explicación a algo tan simple: Yo necesitaba cumplir mi sueño.
Después de 15 años volví a Misiones, fui a la casa de Don Ramos, el bicicletero, el cual ya no estaba, su hijo había quedado con el oficio.
Fui a buscar mi bicicleta después de tanto tiempo y lo único que encontré fue el manubrio.
Este manubrio fue el que me inspiró a restaurar bicicletas y motos, ya que ahí entendí que hay muchas personas que son felices con el solo hecho de volver a ver lo que en algún momento de sus vidas les permitió soñar y sentir que finalmente esta bicicleta o moto lo haría feliz.
Omar Ocampos

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