Interno de la UP III habría abusado de una menor en horario de visitas

Está condenado a quince años de prisión por homicidio y, con presunta complicidad de su pareja, forzó a la niña y la sometió al ultraje. El hecho fue alertado por otros detenidos y hubo incidentes con los efectivos del Servicio Penitenciario Provincial.

Capítulo o episodio que supera el extremo de cualquier serie o película sobre ficción “tumbera” de moda, lo registró la realidad durante el primer día de este año en la Unidad Penal III “Eldorado” del Servicio Penitenciario Provincial, donde una niña de 14 años fue abusada sexualmente por el concubino de su madre, condenado a quince años de prisión por asesinar en 2014 a un compañero de celda.

El delito contra la integridad sexual fue cometido en horario de visita y en una dependencia a la vista de varios internos más.

El familiar de uno de estos detenidos se presentó tres días después y relató lo sucedido a las autoridades correspondientes de la prisión y se radicó una formal denuncia ante el fiscal de Instrucción 1, Edgar Francisco Doldán, para que se abriera una investigación bajo el Juzgado de Instrucción que tiene como titular a Roberto Horacio Saldaña.

De acuerdo a fuentes consultadas el expediente aún no habría mostrado avances suficientes en comparación con la gravedad de lo denunciado.

Según las mismas voces en reserva, el sábado 1 de enero en horario habitual de visita el interno de 31 años obligó a la menor a practicarle sexo oral. La víctima, con el presunto consentimiento y complicidad de su madre, fue forzada a ocultarse debajo de una mesa con mantel para realizarle sexo oral al detenido, pareja o novio actual de su progenitora.

Otros internos se habrían ofuscado al ver y anoticiarse de lo sucedido y se replicaron momentos de tensión y violencia, por las quejas a los guardias, tanto por la ausencia o fragilidad para no percatarse del abuso.

El familiar del detenido que no calló, ni aceptó ocultar el delito, también dejó en claro que el abuso no se inició ese día, sino que varias jornadas antes ya habrían visto al acusado manoseando y atemorizando a la niña, sin que su progenitora lo frenara.

El punto que desbordó a los testigos de este maltrato, fue ver a la menor metiéndose obligada bajo el mueble y por orden de su madre y su supuesto padrastro.

Cuando el ultraje fue consumado, la niña fue obligada nuevamente a guardar silencio y sentarse en el piso a un costado hasta que finalizara el horario de visitas. Durante estos minutos la víctima quedó atemorizada, “lloraba pero aterrada no decía nada”.

El caso se mantuvo bajo un sugestivo silencio tras la denuncia y no fueron informados sobre cambios de responsables de las guardias, como tampoco quienes estuvieron a cargo de controlar el salón del pabellón donde se realizaba el almuerzo entre visitas e internos.

fuente; primeraedicion.com.ar

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