PAyS perdio 2 de sus 3 intendentes. El papel de la Ley de Lemas

Misiones. El primero en cambiarse a la Renovación fue Fabián Rodríguez, Intendente de San Vicente y ahora se sumó Roberto “Yaqui” Wern, Intendente de Colonia Delicia. El único sobreviviente a la fuga es, hasta el momento, Carlos Goring de Colinia Aurora.
La mecánica es conocida, sucede desde hace muchos años, en Misiones gana la intendencia alguna fuerza política diferente a la Renovación y a los pocos meses los intendentes se reivindican renovadores.
El fenómeno, reiterado, es un producto directo de la aplicación de la Ley de Lemas y funciona de la siguiente manera: la Renovación suma a lo largo y ancho de la provincia intendentes que lejos están de ser reconocidos por su gestión y que sólo logran mantenerse en el poder por el manejo de los dineros públicos, el apoyo incondicional del gobierno provincial a esos pésimos (y en algunos casos poco transparentes y con un marcado progreso económico tras ser electos intendentes) y a los indignantes niveles de pobreza existentes en la provincia donde cada vez más personas dependen de la ayuda estatal para poder sobrevivir.
Pero llega un momento en que la incompetencia y las evidencias de corrupción se hacen tan evidentes que la sociedad comienza a buscar alguna alternativa a ese esperpento que tuvieron de intendente durante tantos años.
La Renovación, con una enorme capacidad de construir poder (para qué, es otra discusión) mediante la Ley de Lemas va inventando candidatos dentro de la propia renovación para reemplazar a aquellos intendentes que comienzan a ser resistidos por los vecinos de los pueblos y ciudades, a fin de evitar perder poder. Pero al mismo tiempo sigue apoyando (la lealtad a sus dirigentes está fuera de toda duda) a esos intendentes resistidos. Y quien maneja el poder en los municipios (planes sociales desde la provincia o desde la nación, la estructura municipal, fundamentalmente de acción social, la posibilidad de brindar contratos de trabajo y otras ventajas, tiene enormes posibilidades de ganar las elecciones dentro de los sublemas de la Renovación porque compiten con una ventaja importante.
Entonces aparecen los “nuevos dirigentes”. Sin historia de militancia, sin ideología, sin ningún tipo de lealtad partidaria, sin escrúpulos a la hora de traicionar a sus votantes.
Estos “nuevos dirigentes” aprovechan otra estructura partidaria con la cual no tienen ningún compromiso, con el único objetivo de ganarle las elecciones al intendente en funciones.
Es decir su proyecto político no es cambiar por un proyecto diferente al de la renovación, sino sólo desplazar al pésimo administrador del municipio.
Por ello cuando ganan – más allá de las condiciones morales y éticas de cada uno de las personas – y ven que gran parte de su gestión depende de la ayuda provincial (que maneja el 88% de los dineros de la provincia y sólo coparticipa el 12% a los municipios) comienzan lentamente a acercarse al gobierno provincial debido a la necesidad de contar con fondos y obras que envía la provincia.
Sólo un despistado político podía creer que la elección de los tres intendentes del PAyS significaba el crecimiento de un proyecto político diferente en la provincia.
Pero ya se sabe: los dirigentes políticos no se destacan precisamente por su lucidez. Se les puede alabar (en muchos casos merecidamente) su militancia, su compromiso, pero en muy pocas oportunidades su lucidez intelectual y su compromiso ideológico.
Por ello es previsible que intendentes de Misiones terminen cambiando de partido sin prurito alguno.
Si el día de mañana, por milagro o porque la gente decidió cambiar de partido que gobierne la provincia, veremos en masa a los intendentes renovadores pedir pista en ese partido que gobierna la provincia.
Y lo harán con el mismo discurso con que los actuales camban de bando “Yo sólo pienso en mi pueblo y en mis vecinos”, “Entendemos el momento histórico que vivimos y tengo que lograr lo mejor para mi ciudad”.
O, la peor de todas “No importa en qué partido esté, sino mejorar las condiciones de vida de la gente”.
Como si los proyectos políticos no existieran, ni importaran.